Empapados de buena compañía, ilusión, maravillosas expectativas y también algo de ganas de frescura tras un día de mucho calor, de nuevo Harca se pone en camino. Emprendimos la marcha el pasado sábado 12 de Julio a las nueve de la noche desde el acostumbrado punto de partida, testigo de tantas de nuestras aventuras, la Esquina de Los Herreros. Al menos cuarenta personas conformábamos el grupo en esta ocasión, contando en nuestras filas con seis niños, el más pequeño de cuatro años. También nos acompañaron algunos nuevos amigos traídos por varios miembros de Harca.
La ruta que nos esperaba estaba arroyo Cantarranas
arriba hasta llegar a Cucarra; pasamos por la puerta de la casa y seguimos
campo a través hasta la entrada de la Cueva de Doña Trinidad Grund, donde
hicimos una larga parada para cenar, charlar, hacer fotos y ver salir la luna,
que se había confabulado con el universo entero para regalarnos una noche única
por ser Harca un grupo de gente entregada a la sencillez y grandiosidad de la
Naturaleza.
Cuando nuestro blanco y redondo satélite estuvo a una
altura suficiente como para iluminarnos el camino, continuamos nuestra marcha.
Un poco más abajo pudimos rellenar nuestras botellas de agua en la fuente de
las Caleras, situada en un lugar muy escondido, dentro de una arqueta, pero de
la que sale un agua verdaderamente fresca y deliciosa. Más adelante, nos
desviamos un poco de nuestro camino de regreso a Ardales para visitar otra
fuente: La "Alameílla", un lugar lleno de magia, al que se accede
desde el camino por una cómoda escalerita y que tiene hecho un pequeño estanque
para recoger las aguas del nacimiento.En este lugar, la luna nos volvió a
sorprender con su gracia, ofreciéndonos una estampa inigualable, al situarse
entre los árboles en lo alto de la escalera.
Alguna foto más y emprendimos por fin el tramo final para volver a casa, ya cansados y los niños con mucho sueño, pero fortalecidos por el agua fresca que nos regaló la Madre Naturaleza, y envalentonados por ser el último achuchón y porque el cielo no nos dejaba de la mano. Era la una de la madrugada.
Charlando con buenos compañeros sobre las cosas más
amadas de cada uno, conscientes de que al compartir el camino, sacamos afuera
lo mejor de nosotros mismos y cantando incluso en algunos tramos, regresamos al
fin, con el corazón renovado y en la boca un GRACIAS, HARCA.
Crónica: Margarita Bravo Berrocal.
Fotos: Francisco Berrocal Gomez y Juan Duarte Berrocal.
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