Harca celebra los frutos de la primavera con
una salida fuera del ámbito territorial que es habitual. Nos desplazamos 22
personas a la llamada popularmente “Finca de la Concepción”. El tiempo nos fue
propicio para disfrutar de un paseo entre árboles muchos de ellos más que
centenarios.
La
visita constó de dos partes: una guiada y otra libre. La guía nos señaló en un
mapa del recinto que iba a enseñarnos el jardín histórico, que es solo una
parte de la finca originaria, que perteneció a una acaudalada familia de
empresarios malagueños los Loring-Heredia, y desde la segunda década del siglo
XX a los Echeverría, lo que deja su impronta en los jardines.
A los primeros propietarios correspondió
levantar la elegante mansión central de la que destaca su patio aporticado y el
salón que fue biblioteca. La esposa, Amalia, estableció la disposición del
jardín tipo inglés y animó permanentemente la plantación de nuevos árboles y
plantas, traídas de todas las partes del mundo. El marido se dedicó a la
arqueología y muestra de ello es el edificio llamado “Museo Loringiano” donde
se expusieron muy importantes piezas: esculturas y fragmentos de lápidas. La
finca tiene también un edificio que fue la vivienda de los trabajadores y otro
que se dedicó a escuela pues era preocupación del matrimonio la educación de
los hijos de sus asalariados. Muy curiosa resulta la llamada “Casa del
jardinero”, ocupada hoy en día por una exposición permanente de Barbies que
reproducen escenas de la vida en la mansión y los jardines.
A
la segunda familia se le debe el mirador circular que sirve de logotipo al
conjunto y una ampliación del jardín originario siguiendo distintas pautas de
plantación y con nuevas especies del país.
La
visita fue sumamente agradable porque discurrió casi siempre a la sombra de los
grandes árboles, rodeados de acequias, pequeñas fuentes y cascadas de agua, que
junto al canto incesante de los pájaros nos permitieron disfrutar cada minuto
con los cinco sentidos. Un momento mágico lo significó el paso de las parejas
por el puente del amor. Así que seguirán unidas sólidamente para siempre.
Concluida la visita guiada, paseamos por la
vereda plantada de cactus y árboles mediterráneos hasta el mirador y su alberca
adjunta.
Decidimos
almorzar en la finca en un merendero gratamente sombreado y luego de una
sobremesa distendida buscamos la cascada mayor para , asentados en su
escalinata, leer y recitar poemas. Allí
se escucharon a un tiempo San Juan de la Cruz y Machado, Espronceda y Miguel
Hernández, las preciosas y profundas letras de varios grupos de heavy metal
(Judas Priest, Black Sabbath) y las
creaciones personales.
Por
último dimos la vuelta al mundo en 80 árboles haciendo gozar a la vista y de
cuando en cuando, al gusto en las moreras que nos salían al paso.
Crónica: Maria Isabel Duarte .
Fotos: Juan Duarte.
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