09:00 horas del día 02 de noviembre
de 2013, lugar esquina de los herreros, con dos horas de sueño decido unirme al
grupo que emprende periplo por tierras ojenetas.
Nos juntamos 19 personas en un espléndido día otoñal, inicio de lo que
sería una bella jornada de naturaleza y convivencia.
Tras no más de 40 minutos de
recorrido nos encontramos inmersos en un bosque frondoso y fresco, donde la
belleza de La Creación se derrama por
doquier; nadie podría decir en este lugar que el año se presenta seco, porque
la vida natural resume por los cuatro
costados, a este y oeste, norte y sur .
Nada más empezar la actividad
programada decidimos en primer lugar recoger algunas castañas, muy previsores
nosotros, por si después la afluencia de gente nos agotaba el filón.
¡Sorpresa!, una vez nos dispusimos a
ello pudimos comprobar que se nos habían
adelantado bastantes competidores, unos de dos piernas y otros de cuatro patas,
aunque no por ello, hicimos acopio de un buen
puñado de ese fruto tan
característico en estas fechas.
Sin más demora, una vez efectuada
la "recolección", emprendimos la ruta por una amplia pista
forestal "versión rural de calle Larios", donde el tránsito de gente
puede ser más concurrido que en la plaza de nuestro pueblo un domingo en la
hora de las tapitas, pero no por eso desmerecía
el paisaje y el ambiente, ya que había tanta belleza natural a nuestro
alrededor que este hecho quedaba en un
segundo plano. En un ambiente distendido y agradable, con algunos muertos de
hambre y otros de sueño, nos integramos y fundimos con una masa forestal y un
relieve tan abrupto, que nos empequeñece y nos devuelve a nuestro lugar , o
sea, formamos parte de La Creación pero no somos los dueños de ella. En este
caminar relajado llegamos al primer mirador, el de Marbella, con dicha ciudad a
sus pies y el mar con las costas africanas
al fondo, escultura caprina vigilante y aguerridos montañeros en la
cumbre de la montaña dominante, en un paraje donde se mezcla montaña, vega y mar
.
Para no hacer sufrir más a los
estómagos, que ya le suenan a algunos, nos acoplamos en una sombra cercana,
donde degustamos un almuerzo tempranero pero que supo a gloria, sobre todo por
el detalle de María Isabel Duarte y su exquisita carne de membrillo. Sin una pequeña
"siestecilla" ni nada, que alguno/s la hubieran agradecido,
reemprendimos la marcha dejándonos llevar
por algunos de los compañeros que conocían el lugar y así llegamos al segundo mirador " El
del Corzo", que como era previsible también estaba dotado de la
correspondiente escultura del animal que
le da el nombre. Este mirador puede causar
una doble sensación , una grata y otra no tanto, y digo, en primer lugar
porque en sus cañadas próximas se encuentra "agarrado" a la montaña
la bella localidad de Ojén, pueblo blanco, típico andaluz con las casas
apretadas y callecitas estrechas, con un fondo azul del mediterraneo bañando
las playas de Fuengirola ; pero digo en segundo, porque al mismo tiempo se ven
las miles de hectáreas calcinadas en el
tremendo incendio del verano de 2012, en la zona de Barranco Blanco, causado
probablemente por la intervención
humana. Pero a pesar de ello, nuevamente
la naturaleza, que todo nos lo da, lucha por salir adelante, y ya,
después de un invierno pasado abundante en lluvias, se ve como la vegetación ,
al igual que el "Ave Fenix ", resurge de sus cenizas y comienza a
reconquistar el entorno.
Bueno , pues tras la foto de rigor,
el camino desciende hasta nuestra siguiente
parada, la " Fuente del Charquillo",
de enorme antigüedad , según se puede leer en la parte legible de la
inscripción que presenta en la parte frontal de la bóveda que recubre el
acuífero: " Puerto de los Charcos año 1225". Tras este pequeño alto
cultural-arqueológico nos disponemos a culminar
(un poco más abajo en los aparcamientos) nuestra pequeña aventura de
primeros de noviembre, con una climatología que nos acompañó en todo momento y
con un sabor de boca excelente, tanto
por las castañas como por la fabulosa compañía.
Crónica: José
Juan Bravo Ruiz
Fotos: Juan Duarte Berrocal.
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