Los prolegómenos del partido fueron muy emotivos con ambos conjuntos andando hacia el centro del campo, portando las banderas nacionales de sus respectivos países, para allí estrecharse las manos, ante los aplausos de las "gradas" que competían distendidamente paraguayas y ardaleñas, (mayoritariamente el publico era femenino).
En lo puramente deportivo, el lance estuvo muy igualado y aunque el balón permanecio más tiempo en los pies del combinado paraguayo, por razones tan obvias como la edad y el mejor fondo físico, Huracán suplió estas carencias a base de pundonor y garra, con los que contrarrestaron las acometidas de los rivales.
Al final 8-6 a favor del equipo paraguayo, ante un Huracán que se batió con suma dignidad y que 30 años después aún sigue mostrando en los terrenos de juego su esencia más genuina, y esta es la mayor de sus victorias. Un logro que está al alcance de cualquiera y que nos hace a todos los que formamos parte de este proyecto de sentirnos especialmente orgullosos.