domingo, 31 de octubre de 2021

                                                      EN BUSCA DEL FAUNO


17 de octubre de 2021.

Son las 8:30 de la mañana y hace un fresco que se agradece. En el restaurante El Gaitán nos reunimos 25 miembros de Harca para una excursión, que ida y vuelta, serán unos 9 km. Que el desayuno lo costee la asociación tal vez ayude a que la disposición de los que participamos sea algo mejor de lo habitual y quizás por eso no hay retrasos.



El recorrido es el mismo que seguimos a la vuelta la noche en que salimos a maravillarnos con el cielo nocturno, aunque al llegar al Cortijo Simón lo alargamos un poco hasta llegar a la cola del pantano donde se encuentra nuestro objetivo, un bajorrelieve representando la cabeza de un fauno, tallado en un grupo de rocas que, en la actualidad, solo es visible cuando el nivel del pantano es bajo. Ese pequeño roquedal, por sí mismo, es una peculiaridad en medio de la llanura de aluvión que las aguas del pantano han ido formando con los años, las mismas aguas que, cuando están al nivel del bajorrelieve, causan su mayor erosión. Y es que aunque Heráclito nos enseñó que es imposible bañarse dos veces en el mismo río, debido a sus aguas cambiantes, también podemos concluir que la fugacidad ilimitada se torna constante más fuerte que el aparente inexpugnable. Una caricia breve y suave del agua, y otra, y otra, vence a la piedra. Por eso es empeño de Harca que el Ayuntamiento de Ardales honre a aquellos vecinos suyos del “tiempo de los romanos” trasladando la cara ajada del fauno al museo que le corresponde.





Pero ¿qué es un fauno? Como nos explicó Juan Duarte, el fauno es una deidad menor romana, protectora de los rebaños y de los pastores; habita en los campos y bosques y ejerce sobre ellos un relativo señorío. A él los hombres rinden culto porque es su guía en la fertilidad de la tierra. En la época clásica se tendió a generalizar su figura y se le identificó con seres selváticos protectores de los campos y benefactores de los pastores. También se les llegó a confundir, por su morfología (cuernos y patas traseras de cabra) con los sátiros que formaban el séquito de Dioniso – Baco, más ocupados en seducir ninfas o a cualquier fémina en las bacanales que en proteger rebaños o pastores.



Según Francisco Ortiz, que esta talla esté donde está, lejos de un núcleo urbano, puede deberse a que se hiciera en el largo período para los contemporáneos, fugaz momento en la Historia, que se conoce como Pax Romana, cuando establecerse en los campos o transitar los caminos fue seguro quizás por primera vez. Cerca del fauno el observador atento podrá ver alineaciones de piedra delimitando espacios rectangulares o cuadrados y Francisco Real dice que hace unos meses había quedado descubierta una gran tinaja (no son pocos los restos de cerámica) que asomaba del suelo y que, al parecer, se han llevado.




Soy ignorante en arqueología (como en casi todo), pero la osadía que acompaña al ignorante procuro orientarla a lo plausible antes que al disparate. Por eso, quiero imaginar al dueño de esas construcciones, hoy solo apuntadas por unas hileras de piedras, volviendo a caballo de algún asunto en Acinipo; su alegría al ver el roquedal con el rostro del fauno protector de su casa y cómo esa tarde se sentó mirando al bosquecillo de ribera próximo, pidiendo silencio a su esposa Claudia, pues él, Cayo, estaba escuchando lo que su fauno protector le decía sobre los negocios que acababa de cerrar. Porque si le prestas atención, tu fauno te habla con profecías a través del sonido de los bosques y, además, también le hablaría de su felicidad, después de tantos años, junto a Claudia, pues los faunos conocen los sueños amorosos del hombre, más ligados a la aspiración ideal de una belleza plena, siempre huidiza, que a lo exclusivamente físico.





Crónica; Juan Manuel Bernal Berrocal
Fotos: Juan Duarte Berrocal.

miércoles, 13 de octubre de 2021

                                                    EN        BUSCA   DEL      FAUNO


viernes, 8 de octubre de 2021

                Viaje cultural a Cabra 

Cuando terminó el estreno de su novena sinfonía Beethoven, entonces totalmente sordo, no ´supo del entusiasmo, aclamación y vítores del público hasta que uno de los músicos lo hizo girar en el escenario para que viera a los entregados espectadores. Él había estado imaginando el sonido de la orquesta de cara a ella y siguiendo la partitura.

Yo no estuve en la excursión de Harca a Cabra del 3 de octubre, pero por las referencias y comentarios de Juan Duarte puedo hacerme una idea aproximada de lo que ocurrió. Cierto que ningún relato es comparable a la experiencia directa, pero también es verdad que el relato escuchado con atención puede provocar reflexiones casi idénticas a las de los excursionistas.




Treinta y ocho personas participaron, 25 de Harca y 13 invitados, aunque las visitas guiadas hubieron de hacerse en dos grupos. La guía del grupo de Juan Duarte, mi fuente para estas líneas, fue Marisol, que desde las 10:00 a las 14:00 enseñaba los que tal vez sean los puntos más interesantes de la ciudad, como las murallas, construcciones empeñadas, como en tantísimos otros lugares, en negar el supuesto paraíso de convivencia pacífica y tolerancia de un Al-Andalus de las tres culturas que nunca existió. No menos interesante fue callejear y conocer algunos rincones que preservan la belleza destilada por los siglos que ningún arquitecto puede recrear.




El Museo Arqueológico guardaba en el subsuelo una sorpresa importante, pues excavada se mostraba una habitación sin ventanas, quizás muy semejantes las que se dedicaban al culto de Mitra, deidad persa que los romanos dieron a conocer por todo el imperio, lo que me lleva a preguntarme qué problema tienen los naturales de esa ciudad con el latín, que hace que quienes deberían ser sus hijos representativos, representen más bien a los incultos de toda España. Fue José Solís, a la sazón ministro de Franco el que dijo en las Cortes que, a fin de cuentas “para que sirve el latín en nuestros días”, a lo que una voz le respondió que “para que a usted, que es de Cabra, lo llamen egabrense y no otra cosa”. >No se quedó atrás hace menos años la hasta hace poco Vicepresidenta 1ª del Gobierno, además de egrabense licenciada en Derecho, por lo que algunos latines debería saber y que se mostró sumamente ofendida porque en el Congreso un diputado acabó la frase con la que se dirigía e ella con el término “dixit”, dijo, que la ilustre que no ilustrada señora entendió que era uno de los ratones de Hannah-Barbera Pixie y Dixie. En fin…






En fin, la otra visita antes de comer fue al Museo de Historia Natural, abundante en fósiles y otras creaciones de la naturaleza.



Desde las 14:00 y hasta las 17.00, hora del regreso, cada cual se dedicó a lo que estimó oportuno. Espero que alguno se deleitara con los flamenquines, el guiso de cardos, las patatas rellenas de carne o las aceitunas con muy variados y exquisitos aliños.

No me resisto a terminar sin citar un sugestivo y delicioso librito de Italo Calvino, “Las ciudades invisibles”. En el que describe decenas de ciudades que, por definición no pueden visitarse. Tal vez Juan Duarte haya hecho de Cabra una de esas ciudades invisibles para mí.


Juan Manuel Bernal Berrocal ( Crónica desde la ausencia).
Fotos: Juan Duarte Berrocal.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y Ángeles, también denominada como Mezquita del barroco, ​​ se encuentra en la localidad de Cabra, Córdoba. Se encuentra enmarcado en el barrio histórico de la Villa, junto al castillo de Cabra, y fue lugar de bautismo del poeta egabrense Juan Valera en 1824.​El edificio está formado por cinco naves, siendo la central algo más ancha que las laterales, organizadas por hileras de arcos peraltados sobre columnas y cubiertas con bóvedas de cañón con lunetos y fajones sobre adornos de yeso. En su interior destacan 44 columnas realizadas en jaspe rojo de la Sierra de Cabra, así como el blanco encalado. Desde el 9 de junio de 1982 es considerada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento

En la fundación Aguilar y Eslava, se encuentra una exposición titulada "el Hombre de la Sábana", que recrea la pasión de Jesucristo, en la que se puede ver cómo fue la muerte y elmartirio del redentor, y cómo pudo ser la fisionomía  a través de las huellas que dejó el cuerpo impresas en la sabana Santa.
Réplica del Santo Grial, tomada del original que se encuentra en la catedral de Valencia.
Así pudo ser el sepulcro que albergó el cuerpo del Crucificado.




martes, 5 de octubre de 2021

 

Visita al Museo Arqueológico Provincial de Málaga.

Domingo 19 de septiembre de 2019.


A las 10:40 horas, 15 miembros de HARCA nos encontramos en la entrada del Palacio de la Aduana de Málaga, un edificio grande que a finales del siglo XVIII estaba en la orilla del mar, que ha cobijado a bastantes órganos administrativos y policiales y que ahora acoge el Museo de Bellas Artes y el Museo Arqueológico en esta Málaga que hoy es una de las principales ciudades museísticas, lo que atrae a otro público que, sin renegar de espetos, pescaíto frito o vinos generosos, malagueños o no, también gusta de los placeres de la cultura de verdad, apartándose del dictado progre que, con la excusa de la uniformidad a la que eufemísticamente llaman globalismo, quiere clones. Hoy los valores clásicos forman el canon rebelde y no hay mejor modo de ser persona comprometida que ser individualista. Por eso acudimos a museos.

Los museos son las casas de las musas. Calíope, Erato, Euterpe…, se alojan en ellos y protegen la poesía, la música, la tragedia o la comedia, la danza… ¿Puede haber un museo de Historia o de Arqueología? Sí. Clío también quiere un hogar para ella. Pero si las otras musas son protectoras de las artes, ¿es la Historia una de esas artes?



No me cabe duda. En el Museo Arqueológico hacemos un recorrido de varios miles de años, e igual que en muchos “museos” de artes y costumbres populares se exhiben trébedes, hoces o pesas, en este también vemos instrumentos y herramientas de sílex o representaciones y fotografías de pinturas y grabados rupestres. Hay armas de guerreros, cazadores o campesinos, delicados frascos de ungüentos o perfumes y, para nosotros, los de Ardales y vinculados al pueblo, ciertas explicaciones de la cueva, un pequeño documental sobre Bobastro y un tesorillo de 499 monedas de plata del “tiempo de los moros”, a la vista de todos porque la codicia de su descubridor las rescató, sin querer, para todos nosotros Por el vínculo de la tierra, esas monedas cobran mayor valor para los ardaleños que los sestercios, ases y otras monedas de otros tiempos que también se exponen. Las lápidas funerarias y tapas de sarcófagos también nos enseñan que, como quien escondió o perdió las monedas, su anillo u otros objetos, solo estamos aquí de paso y que nada nos llevaremos. Con suerte, las cosas que apreciamos acabarán en un museo, aunque lo normal será que se pierdan para siempre y mejor que sea así, porque no queremos que nuestras casas con sus muchos chismes acaben sepultadas como las de Herculano, Pompeya o La Palma.




Es ahí donde se manifiesta Clío: la Historia nos enseña lo que ha sido no para que aprendamos de los errores del pasado, porque nos negamos a aprender, y así, igual que se desvaneció la democracia de Atenas, nos empeñamos en acabar con la nuestra porque creemos que ya lo tenemos todo. La lección de Clío, inmortal y eterna musa de la Historia, es que debemos dejar un bonito ajuar funerario para que cuando sea descubierto, se maravillen y digan que supimos vivir. Clío es la musa del arte de vivir.




Comimos en un restaurante del mercado del Carmen, en esos percheles de los que habló Cervantes. Allí se unen productos frescos con la tradición malagueña del pescado a un precio bastante aceptable. Finalmente, muchos del grupo visitaron la exposición del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Yo no estuve, pero cuando después vi algunas fotografías lamenté no haber ido.

Un día interesante y divertido.






Crónica: Juan Manuel Bernal Berrocal

Fotos: Juan Duarte Berrocal