martes, 9 de junio de 2020

CRÓNICA DE LA XXV SUBIDA A ALCAPARAÍN



Esta actividad estaba prevista para el 15 de marzo, pero con todo dispuesto, se nos coló en nuestras vidas una pandémia a escala mundial provocada por un virus: el Covid-19, que nos llevó al confinamiento.

Pero como todo en este mundo tiene un principio y un fin, y hoy 6 de junio de este año que quedará marcado en los anales de la historia, por fin, hemos vuelto a nuestra mítica montaña. Por las restricciones que nos obliga la normativa vigente, sólo podíamos ir un máximo de 15 personas. Al final, en la Esquina de los Herreros nos reunimos 13, ya que hubo algunos que a última hora se descolgaron.

Adaptándonos a las condiciones físicas del perfil medio de Harca, la mayor parte del recorrido la hicimos en coche, por el carril forestal que sube por la parte del Capellán. Cuándo nos apeamos, los primeros rayos de sol despuntaban en el horizonte. La mañana a esa hora estaba fresca, y el terreno en las zonas de umbría, aún conservaba la humedad de las generosas lluvias que la naturaleza nos ha regalado este año. Teníamos el "mono" acumulado de todo el tiempo que no hemos podido practicar las rutas de Harca, y la verdad, que eso se notaba en el ambiente. Nada más poner los pies en el suelo tomé esta primera instantánea del vecino pueblo de El Burgo.

Iniciamos la subida flanqueados aun lado y a otro por los pinos. Con las rampas se fueron formando los grupos de caminantes.

Culminamos el ascenso reagrupandonos en los Llanos. Allí abandonamos la pista forestal, y girando a la izquierda, nos adentramos por un pequeño sendero que se ha formado de manera natural por las pisadas de todas las personas que sienten la fascinación por esta sierra.

Al poco de adentrarnos empezamos a ver las panorámicas de nuestro entorno a vista de pájaro.

Todo transcurría según el guión previsto, pero cuándo tuvimos que abandonar el sendero, para abordar los últimos 500 metros que nos faltaban para coronar el Tajo Canana, tomé la iniciativa y me coloque en cabeza para buscar la parte más accesible. Llegó un punto en que ya no veía a los que supuestamente me estaban siguiendo. No obstante seguí hacia adelante, y cumplí una vez más con el objetivo. Yo solo estaba en la cumbre. Los demás se habían detenido, y quedaron a unos 300 metros de la gloria, que eran los más difíciles

Allí arriba, y tras desayunar rodeado de tan singular marco, me dispuse a realizar el viejo ritual, cuándo escuché en la lejanía un coro de voces que repetía mi nombre. Cinco de nuestros amigos subían para reunirse conmigo.

Con ellos en su presencia saqué el bote de cristal de la rendija en el que está guardado, y unimos el cartel de este año con los de las otras subidas . Llevaba un texto preparado para esta ocasión tan especial para mi; ¡Son ya 25 citas con Alcaparain!, que dejé escrito, y que también leí para los presentes.

Con la misión cumplida, iniciamos el descenso y con el propósito de que mientras pueda, esta no va a ser mi última subida a Alcaparain.



Crónica y Fotos: Juan Duarte 6 de junio de 2020, 76ª Aniversario del Desembarco de Normandia.