martes, 28 de febrero de 2012

*** TALLER DE FOTOGRAFIA ***


Taller de fotografía, el domingo 4 de marzo de 2012, a las 10 horas de la mañana, nos reuniremos en la Plaza del Ayuntamiento,para realizar un Taller de fotografía, que impartirá nuestro amigo Francisco Berrocal Gomez, hay que ir provisto de la cámara fotográfica correspondiente con la que habitualmente tomáis fotografías. Saludos.

sábado, 11 de febrero de 2012

CRONICA DE LAS RUTAS DE LOS ALMENDROS.



Cuenta la leyenda que Abderramán III mandó construir a las afueras de Córdoba una ciudad digna de su poder, y reflejo de su imperio. Tenia el Califa, entre su harén, una favorita, cuya belleza y elegancia destacaba sobre las demás concubinas, de nombre Azahara. Abderramán III la amaba profundamente y era sus deseo verla feliz. Como muestra de su amor y devoción por ella, bautizó a la nueva urbe con el nombre de Medina Azahara, en homenaje a su bella amante. Una tarde, desde el balcón de palacio Abderramán III se sentó junto a su amada diciéndole "Querida, admira la hermosura de esta ciudad, la imponente estampa de sus edificios y la belleza de las montañas de Sierra Morena".
Pero Azahara se mantuvo triste y seria. Pasarían los meses y ella palidecía de la pena, el Califa andaba apesadumbrado sin saber qué le ocurría a su amada. Así, que una mañana al salir el sol, el Califa se presentó en los aposentos de su favorita y cogiéndola de sus manos, se arrodilló ante ella y le preguntó: "Qué te ocurre amada mía, vives en un palacio maravilloso, en una ciudad hermosa, rodeada de todo lujo y toda la atención posibles ¿qué es lo que te tortura y te mantiene triste?", a lo que Azahara le contesto "Mi señor, añoro el palacio de Granada, y las vista de las blancas cumbres de Sierra Nevada, estas montañas son tan oscuras..."
Y sin decir una sola palabra, el Califa abandonó la habitación de Azahara y congregó a todos los agricultores del lugar. Inmediatamente, todos los hombres del campo se pusieron a trabajar bajo las órdenes del Califa y llenaron los campos de la ciudad de la plantación que su señor ordenó cultivar.
Al llegar la primavera, Abderramán III volvió a presentarse ante Azahara, pero esta vez la condujo al balcón de la habitación real con los ojos vendados y la colocó delante del gran ventanal desde el cual se divisaba el basto territorio de Medina Azahará, inmediatamente el Califa le quitó el vendaje, y Azahará abrió lentamente los ojos, al ver el paisaje que tenía ante ella, su cara se iluminó y esbozó una amplia y hermosa sonrisa, sus ojos se anegaron de lágrimas. Delante de ella todo el campo estaba pintado de blanco, los almendros que el Califa había mandado plantar mostraban ahora sus hermosas y perfumadas flores dando la impresión de que todo el territorio se encontraba nevado.
Abderramán ante la reacción de alegría y agradecimiento de Azahara, por toda respuesta dijo "Querida mía no podía traerte las cumbres nevadas de tu querida Sierra Nevada, y no puedo teñir de blanco Sierra Morena, pero el poder de mi amor es tan grande, que todos los años tendrás tu propio campo nevado de almendros para que no tengas que añorar la nieve que tanto amas". Entonces Azahara se volvió al Califa y sonriendo le dijo "muchas gracias, mi señor, jamás había admirado un espectáculo tan hermoso como el campo cubierto de almendros en flor".

Mil años después los aventureros de Harca, se embarcan en la misión de admirar el campo nevado por las flores de los almendros tal como Azahara hiciera en la ciudad de Medina Azahara, allá por el año 900, pero nosotros, caminantes de Harca, hacemos lo propio en los campos no menos hermosos e insignes de nuestra villa de Ardales.


Así pues, comenzamos el periplo, en el punto de encuentro por excelencia en la Esquina de los Herreros a las 10 de la mañana.
Los valientes que allí no congregamos salimos caminando sin prisa pero sin pausa, abrigados hasta las orejas, pues la previsión del tiempo auguraba una jornada aunque despejada, de frío "siberiano", un frío de esos que solo se apaciguan sentados delante de la candela y tomando caldito caliente. Con esa previsión meteorológica nos pusimos el tiempo por montera y decidimos partir tranquilamente camino de las Viñas.
La estampa del campo en estas fechas es pintoresca y colorida, entre los verdes del campo, los blanco- rosáceos de los almendros y el azul celeste intenso del cielo, disfrutamos de un paseo de enorme belleza, adornado por las charlas amenas de los amigos que nos reuníamos.


Los niños, como siempre 7 metros por delante, lideraban el camino, y tuvieron la "feliz" idea de cruzar carretera a traviesa. Menos mal, que existe San Romo patrón de los infantes que de tantos disgustos los libra, y todo quedó en una bien merecida regañina de Juan, y un apercibimiento para que no volviera a repetirse.
Tras reiniciar la marcha, después de la parada técnica del tentempié, seguimos el recorrido admirando el paisaje y sin mayores contratiempos. Pasando por la Alamedilla y llegando felizmente al Huerto Franco".
Nuestro amigo Salvador, al llegar al destino exclamó "!Harca conquista el Huerto Franco!, y conquista no sé si hubo pero sitiamos el cortijo por todos los flancos: los niños corrieron algunos a jugar con las cabras, otros excavaron en la arena, los cocineros a preparar el arroz, que por cierto estaba buenísimo y me quedo corta, y el resto nos dispersamos por todos lados, hablando, paseando y haciendo fotos por doquier.
El arroz nos supo a gloria y el solecito que tomamos a la puerta también, con los estomagos llenos María Isabel Duarte quiso poner a prueba nuestras mentes preguntando palabras típicas del acervo ardaleño para hacer una especie de Diccionario de vocablos del lugar. Cada uno iba aportando cuanto le venía a la cabeza y a bote pronto las palabras que iban recordando como "rodilla", que es el trapo para limpiar el "pollo" o encimera, y un montón de palabras que fueron saliendo mientras comíamos y que supongo serán objeto de publicación prontamente en este mismo blog.






Para reposar el arroz, nos tomamos unas infusiones calentitas y nos hicimos la foto de rigor todos reunidos, satisfechos de habernos reecontrado y felices por la maravillosa jornada vivida.

Quedan muchos caminos que recorrer todos juntos, y muchas experiencias que compartir. Y al igual que Azahara, permanece en la historia, Harca se encuentra ya en la historia de cada uno de nosotros.


Fotos: Juan Duarte y Montserrat Perea.
Cronica: Montserrat Perea Díaz.