





Añadir que la lectura se hizo sobre un fondo musical escogido por Araceli, con muy buen gusto por cierto, igual que la selección poética de todos los participantes. el sitio en sí, la caída de la tarde, la atmósfera que creamos, hacia que todo adquiera una belleza sin rival y no me cabe la menor duda que no estuvimos sólo, que alli ocultos bajo las sombras de los pinos, en las primeras estrellas del firmamento o emergiendo de las profundidades del pantano, vagaban acompañandonos en la velada, los espíritus inmortales de Becquer, Neruda, San Agustin, Espronceda, Baudelaire, Machado y todos cuantos se recordó por su poesía siempre viva.
Después de alimentar nuestras almas, alimentamos nuestros cuerpos, pero eso es otra historia.