jueves, 25 de marzo de 2010

CRONICA, VISITA AL CERRO DE LAS AGUILILLAS.

Después de haber soportado estoicamente un rosario de borrascas seguidas, de haber aguantado pacientemente los temporales sin fin. Después de haber vivido practica mente tres meses en tinieblas, con el frio calando hasta los huesos, con el azote del viento y la envolvente humedad. Después de haber resistido el invierno más crudo y duro de las últimas décadas, (termina con más de 800 litros recogidos) ¿que contratiempo iba a suponer que la mañana del día 21 de marzo, nos saludara con un cielo encapotado y una ligera llovizna?.¿Era esto motivo suficiente, para suspender la programada visita al cerro de las aguilillas?. Para las 21 personas que acudimos estuvo claro que no. Bien provistos de paraguas y chubasqueros nos lanzamos en pos de la aventura, dispuestos una vez más a embriagarnos de naturaleza y cultura.

Con los coches llegamos por una pista forestal a la explanada del cerro. Una cerca alambrada y un panel informativo nos indican que estamos ante el lugar de destino. Mª Isabel Ruiz nos sirvió de guía, y nos demostró que no perdió el tiempo que estuvo en la Escuela Taller participando en las excavaciones de la necrópolis.Fue ella la que nos mostró las tumbas excavadas en la roca y la que nos introdujo en la historia de aquellos pueblos que enterraban a sus muertos con sus ajuares y con los huesos en una posición determinada siguiendo un ancestral ritual.





Pero no solo habían quedado las huellas de aquellos hombres de 4000 años atrás, también antepasados nuestros más recientes habían dejado su sello, !trincheras de la cruenta guerra civil!, otro símbolo relacionados con la muerte y que venia a fundirse con los hombres de todos los pretéritos, y que mostraban el sin sentido y lo absurdo de todas las confrontaciones.
Andado por el cerro, entremedio de un bosque de pinos más propio de estampas norteñas que de nuestro sur andaluz, un claro y el paisaje nos sobrecoge. El horizonte que se nos abre a nuestra vista es sublime, en medio de la atmósfera, Ardales como una pequeña mancha blanca parece dormitar acunado por la sierra de Alcaparain, y velando sus sueños, el valle del Turón con su río alquimicamente transformado en pantano.

La mañana resultaba plácida, pero aún quedaban más sorpresas por desvelar. Cogiendo de nuevo la carretera de los embalses en dirección Campillos, a la derecha de la calzada un indicador de madera nos señalaba: "El mirador de los tres Embalses". Una pronunciada subida por una escalera de troncos y al final otro paisaje de los que extasian el espíritu. Todo un espectáculo aderezado además por tan singular año de lluvias. Los pantanos llenos de agua y de vida. Penúltima parada.

El carril que hay detrás del restaurante el Oasis, nos llevo a unos parajes tan cercanos y desconocidos para la mayoría de nosotros, que todavía nos estamos preguntando como no lo habíamos descubierto antes. !Estos enclaves tan enigmáticos y tan encantados y encantadores!. Allí junto al río fue la comida, y a ninguno de nosotros no hubiera sorprendido que en cualquier rincón de aquel edén , hubiera aparecido un gnomo entre sus rocas, un duende trepando entre sus arboles o un hada sonriente invitándonos a compartir sus sueños.

La Jornada finalizó en el Puerto Mayordomo, degustando un café al calor de la lumbre y en animada tertulia. La primavera definitivamente ya estaba entre nosotros.

Crónica y fotos: Juan Duarte Berrocal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parecen mu guenas fotos. El lugar en que está la necropolis de las Aguilillas es extrordinario por las vistas que domina.
SEguir haciendo fotos así

Manolo Oses