sábado, 8 de febrero de 2014

RUTA POR EL TAJO DE LA ENCANTADA Y CASAS CUEVA DE BOBASTRO

El domingo, día 26 de enero, preparados de nuevo con nuestras mochilas, palos y demás enseres para emprender un nuevo camino, salimos de la esquina de los herreros, unos en coche propio, otros compartido, hacia El Chorro. El día estaba un poco frío al principio pero cuando bajamos de los coches, el cielo despejado y el sol que nos acompañó todo el día, fueron de agradecer. Empezamos nuestra ruta, a la que fuimos ni más ni menos que cuarenta y siete ‘harcaleños’, en dirección Álora por la carretera de El Chorro, abandonándola para subir por un empinado camino zigzagueante (pues las fuertes pendientes hay que subirlas como un anciano para llegar a la cima como un adolescente), que parecía no cansar a los niños. En la cima de la Mesa nos esperaba el embalse de la Encantada conteniendo dos elementos: agua y un potosí en forma de vistas. Éste fue construido a principios de los setenta, siendo la segunda presa de Europa con esas características. Hay que coronar la horadada montaña para ver el agua, pero la riqueza de las panorámicas es tanta, que rebosa, haciéndose más rica cuanto más se sube. Y es que uno nunca acaba de acostumbrarse a la impresionante sierra de la Humá. Llegados por fin al magnífico embalse, hicimos una parada para desayunar, viéndose premiado el esfuerzo de la subida. Seguidamente continuamos la marcha por la carretera en dirección Bobastro, donde nadie desaprovechó cada estampa que nos regalaba la naturaleza para tomar fotos. Tomamos una descendente senda a penas reconocible sin la cuerda atada al árbol que la balizaba, llegando al fondo de una vaguada, esperamos para reunirnos con el resto, mientras Juan Duarte con algunos de los niños subía a buscar una de las casas cueva. Los gritos de los pequeños exploradores nos avisó de que la habían encontrado. Así fue como descubrimos una construcción difícil de imaginar ubicada allí. Sin embargo, llegaron a vivir 294 familias repartidas entre todas ellas, según un catastro mandado hacer por el Rey Felipe II en 1594. Algunas fueron habitadas por obreros de la construcción de los pantanos, el Caminito del Rey y el salto de El Chorro hasta los años setenta. La de Ginés, concretamente, consistía en tres habitaciones en la planta baja, y dos en la segunda, con el suelo amenazando venirse abajo. En la entrada tenía un horno de piedra, se distinguían aún dos bebederos y un poco más apartado, un corral para animales domésticos. Todos disfrutamos recorriendo cada rincón, imaginando cómo sería la vida en aquél apartado lugar. Cuando el cansancio empezó a hacer mella, decidimos dejar la visita a las demás casas para otra ocasión, retomando el camino de vuelta a los coches y completando un itinerario a pie de once kilómetros. Como siempre, fue una ruta amena, divertida y en buena compañía. Hasta la próxima!



















Crónica: Eli Jimenez Dominguez
Fotos: Eli Jimenez y Juan Duarte.

No hay comentarios: