miércoles, 9 de julio de 2014

CRONICA DEL BAÑO EN EL CHARCO "LA OLLA".

 El pasado sábado 28 de junio, los hijos de Harca, más unos cuantos adoptivos, nos encontramos frente a un nuevo reto, esta vez relajante y gratificante: ir andando hasta el Charco “La Olla” para bañarnos y cenar a la luz de las estrellas. Qué se puede decir de semejante plan; salió todo perfecto.
La hora de salida fue a las siete de la tarde y, por tanto que nos ama la Naturaleza, el día fue muy caluroso, con lo que, a las siete de la tarde, el panorama que se nos ofrecía era perfecto. Un ambiente cálido, propio de los días más largos del año, a la hora de declinar el sol para dar paso a las horas más agradables y serenas del día, las que invitan a la charla tranquila junto a personas igualmente tranquilas, mansas y sencillas. 


 Nuestro camino, por tanto, fue inmejorable. Durante el mismo encontramos moras y brevas, caminando sin prisas y deleitándonos con todo lo que nos rodeaba. Nada más llegar a nuestro conocido por todos los ardaleños Charco “La Olla”, ni nos lo pensamos, nos desvestimos y nos tiramos al agua. Es verdad que hay tantas adelfas alrededor que queda poco sitio para la indecisión, así que allá fuimos todos: unos tendidos en los guijarros de la parte más baja, otros nadando por el fondo, y los más atrevidos hasta tirándose en bomba. Al baño relajante, siempre acompañado de risas y comentarios, siguió una breve pero intensa sesión de meditación guiada por nuestra querida amiga Mª Isabel Duarte, tras la cual nos trasladamos al “comedor”, un lugar situado al lado del río, un poco más abajo del charco, cubierto de hierba, en donde dimos cuenta de nuestros bocadillos, ensaladillas, vinos, cervezas y frutas. La comida compartida siempre es un momento cálido en Harca, sobre todo si a continuación se cuentan chistes, se hacen juegos y todos nos reímos y disfrutamos.








 Ya era de noche, y culminamos la experiencia con unos minutos de total silencio, para escuchar la Naturaleza: el cantarín desplazarse del río, el alegre croar de las ranas, el bello piar de los intrépidos pájaros…, la respiración mansa de quien se siente rodeado de bondad, y el silencio cómplice de la noche escondida entre los árboles.
Una vez más, Harca se mueve y deslumbra.


Crónica: Margarita Bravo Berrocal.
Fotos: Juan Duarte Berrocal.

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