El pasado domingo 6 de noviembre Harca organizó su última actividad al aire libre de este año 2016, y lo hizo con una ruta guiada por nuestro amigo y cronista de la villa de Ardales, Paco Ortíz, con el que fuimos recorriendo una parte del patrimonio medieval de nuestro pueblo. A las 9 de la mañana puntualmente, en este aspecto estamos progresando adecuadamente,nos reunimos en la plazoleta de la iglesia, para visitar el castillo y empezar a escuchar a Paco deleitándonos con las historias y las anécdotas que alberga la peña y sus murallas.El frío de la mañana propio a estas alturas del otoño, nos hizo buscar los respaldos y allí al amparo de los tibios rayos de sol, nos embelesamos imaginándonos como sería la toma de sajrat Hardaris (la peña de Ardales) por las huestes de Omar ibn Hafsún, al representante del emirato cordobés al-Tayubí, al que había arrojado de Bobastro, tras quedarse para él a la manceba de este, y como siglos más tarde el castillo se convirtió junto con el de Turón en frontera entre el reino de Castilla y el reino nazarí de Granada, con continuas permutas entre uno y otro bando, para acabar convertido en un cementerio que estuvo en uso hasta el año 1920 del pasado siglo. También nos reímos mucho con el episodio del esqueleto del cura y los botones de nácar y esto nada más que había hecho empezar. Ardales abajo aún estaba desperezándose.
Subir la pendiente del Calvario nos hizo entrar en calor, pero antes estuvimos viendo y siguiendo las explicaciones de Paco de los restos de la antigua Tajea, que una vez que dejó de usarse se aprovecharon sus muros para construir algunas casas.Ya en la ermita del Calvario levantado sobre las ruinas de un antiguo morabito de algún santón musulmán, se nos unieron el matrimonio formado por María Gorlav y José Manuel Pin, por lo que el número de participantes alcanzó los 27.
Se continuó la ruta siguiendo el tramo de la antigua Tajea por donde transcurría el agua del Nacimiento, y en el que se aprecian todavía algunos trozos. Data su construcción del periodo almoraví y estuvo funcionando, hasta pasada la Guerra Civil, que ya se abandonó debido a los desperfectos sufridos y lo dificultoso que resultaba su conservación. Transcurre la senda por una suave pendiente apenas perceptible que termina en el acueducto que se levantó para salvar el arroyo de la Torre. Pese a los siglos que han pasado, se conserva medianamente bien, aunque se han desprendido algunos trozos, pero ahí está dando testimonio de una época en que en estas tierras se rezaba a Alá.
Crónica y fotos: Juan Duarte. Video: Tere Paz.
1 comentario:
Hola. Muchas gracias, Miguel Ángel, por tus palabras alabatorias. Solamente decirte que, efectivamente, en primavera el paseo y el paisaje son sublimes, todo verde y lleno del colorido de las flores. Pero, como soy perro viejo, sé que en plena primavera no se ven todos los detalles de los vestigios, porque están tapados por la abundante vegetación. Lo mismo ocurre en otros sitios, como ciertos rincones de Bobastro. Así que podemos decir que Ardales nos brinda regalos en cada época del año. F. Ortiz.
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