sábado, 4 de junio de 2022

VISITA A LA LAGUNA DE FUENTEPIEDRA


 


VISITA A LA LAGUNA DE FUENTE DE PIEDRA. 14/5/2022.

A finales de febrero de 2005 un grupo de amigos, tuvimos la oportunidad de visitar la Cueva de Ardales. Uno de los visitantes era mi hijo Guillermo, que, aunque no tenía la edad mínima que entonces se requería (cumpliría los 5 años en mayo), fue admitido gracias a la generosidad de nuestro guía, D. Pedro Cantalejo, excelente en sus conocimientos y función.

Ya llevábamos un buen rato maravillándonos con lo que el Sr. Cantalejo nos mostraba y explicaba cuando le llegó al turno al grabado de un flamenco. Tan pronto como lo mencionó y señaló su contorno con un puntero luminoso, mi hijo le replicó:

-Eso no es un flamenco.

-Claro que sí, Guillermo, mira -y vuelve a señalarlo-.

-Que no es un flamenco.

-¿Y qué, es entonces?

-Eso es un pelícano.

Todos reímos la osadía del niño, pero de lo que no nos pudimos reír, ni jamás se nos ocurriría, fue del artista prehistórico que se maravilló de la belleza de esa ave. En la cueva hay representados muchos animales, pero en absoluto son representativos de toda la fauna de la época. Y allí, un artista con menos medios pero con la misma inteligencia y, me atrevo a decir, que sensibilidad que la que tenemos ahora, por un motivo que ignoramos, y tal vez sea tan solo la belleza, quiso plasmar a un flamenco, tal vez para inmortalizar si quiera fuese su recuerdo.





La guía que nos acompañó en la Laguna de Fuente de Piedra nos explicó cómo en ella se explotaron salinas; cómo al cesar esa explotación, cuando por fin había conciencia de la colonia de cría que allí había, se hicieron estructuras con los materiales del lugar e integradas en el paisaje, para que cada año pudieran anidar, empollar y sacar adelante los nuevos polluelos; como los flamencos adultos se emparejan de por vida (sin necesidad de leyes que regulen ese “matrimonio” y menos el divorcio) y se turnan para ir a comer, quedando cada vez uno de los progenitores con su hijo y teniendo que ir cada día, hasta Doñana a por alimentos para sí y su prole de un solo pollo; cómo deben defenderse en islas dentro de la laguna del acecho y el ataque de los zorros… Algo más de todo esto vimos con detalle en el centro de interpretación, en cuyos humedales cercanos, además, había fochas, cigüeñelas, patos, ánades reales, garzas y garcetas, incluso una grulla. Pero nada tan impresionante como la belleza en vuelo de los flamencos adultos, su blanco brillante y puro, el rosa que quiere llegar a rojo y el negro profundo.









Entonces me acordé del artista prehistórico que diez, quince o veinte mil años atrás se sintió tan impresionado que retrató a una de esas aves. Nosotros los tuvimos cerca gracias a prismáticos y telescopios, pero ese artista solo tuvo su mirada, tal vez la necesidad de comprender que le llevara varias veces hasta lo que hoy es Fuente de Piedra o a otro humedal próximo a la cueva.

Somos muy afortunados. Podemos ver tanto al ave volando como la obra del artista en la cueva. Y tenemos a Harca que, organizando estas actividades nos educa para que podamos transmitir las maravillas que nos rodean a quienes nos sigan.

En esta actividad participaron 25 personas.




Crónica : Juan Manuel Bernal Berrocal
Fotos: Juan Duarte Berrocal.



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