sábado, 11 de julio de 2015

CRONICA DE LA VISITA A LAS ENTRAÑAS DEL PANTANO.

El pantano no deja de ser un lugar apacible muy conocido y disfrutado por ardaleños y visitantes. Sin embargo, existe un mundo subterráneo del que depende en gran medida la vida del embalse que vemos, al que no todos tienen acceso: se trata de las entrañas, del entramado de túneles, máquinas y oficinas desde los que se asegura el buen funcionamiento del sistema que hace posible que el agua retenida en las presas pueda generar electricidad y llegue a multitud de huertas y hogares de la provincia.
      Gracias a Luis Hidalgo Rengel,                                                 de la Confederación Hidrográfica del Guadalhorce-Guadalteba, treinta y cuatro socios de Harca tuvimos el privilegio de visitar y conocer de primera mano el trabajo ingente que supuso la construcción de los embalses y la labor continuada de modernización y perfeccionamiento del proyecto inicial para salvar los múltiples escollos que a lo largo de los años han ido apareciendo en una obra de tal envergadura. Y todo en aras de la seguridad y del correcto abastecimiento a la población.
      No es este el lugar para reproducir la exhaustiva información que nos suministró nuestro guía. Únicamente recojo algunos apuntes de los que más nos llamó la atención. En primer lugar la diferencia estética entre la presa del Conde Gualhorce (en honor al ingeniero Rafael Benjumea) y la del Gualhorce. Aquella totalmente integrada en el paisaje, nos transporta a un ambiente de cuentos de hadas al que la Naturaleza y el agua se encargan de añadir su toque personal. Es una muestra de que la tecnología y el progreso no están reñidos con la belleza.
La segunda, por el contrario, da la impresión de ser el mordisco feroz de un gigante a la montaña.


La visita comenzó en el centro neurálgico de las presas, en las oficinas donde se registran todas las incidencias diarias que puedan ocurrir, las mediciones de salinidad, las cantidades de agua consumidas, el correcto funcionamiento de todas las máquinas que sustentan el proceso.

Luego nos introdujimos en los túneles desde donde se accede a todo el engranaje del sistema. Mejor no pensar en ese momento la ingente cantidad de tierra y agua que teníamos sobre nuestras cabeza.

A uno de los niveles se accede a través de una empinada escalerilla. Alguien contó los escalones. En total rondaban los 400.

















Terminado el paseo subterráneo, nos dirigimos a la presa del Conde de Guadalhorce y nos deleitamos con los caprichos que la naturaleza ha ido dibujando en las construcciones humanas. 




Para acabar, pudimos admirar las magníficas vistas que se abren desde el mirador de la Casa del Ingeniero, antes de dar buena cuenta de un opíparo almuerzo en el restaurante El Kiosko.
Una vez más nuestro agradecimiento más sincero a Luis por habernos acompañado y enseñado tanto en esta original excursión a los pantanos de Ardales, que nos ha hecho valorar en su justa medida el valor de nuestro paisaje y la importancia de los trabajadores que como él, hacen posible que los embalses sigan cumpliendo la función para la que fueron construidos.

                                         Mª Isabel Duarte Berrocal
     

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