lunes, 27 de marzo de 2017

**CRONICA DE LA SUBIDA ALCAPARAIN 2017**

 Después de muchos años sin subir a Alcaparaín, el domingo me pareció como si subiese por primera vez. Parecía una sierra nueva; nuevos brillos, nuevos tonos de verde, una nueva luz, un nuevo aire…hasta los pinos, los insectos, las piñas caídas en el camino y secas ya me parecían nuevos. Pudimos disfrutar de un día primaveral, cálido, sin llegar a sofocar un verdadero “locus amoenus”. La ruta transcurrió tranquila, pausada, charlando con los amigos y parando de cuando en cuando para refrescarnos un poco, beber agua o detenernos ante una planta nueva para nosotros o alguna roca con forma extraña o curiosa. Y cuando llegamos a la cima, el espectáculo fue fabuloso; a un lado; el pantano, lleno hasta arriba de agua limpia que parecía un espejo, la Sierra Que Brilla al otro, allá a lo lejos está Teba, más allá; Campillos, en un rincón, El Burgo y aquí, a nuestros pies; Ardales. ¡Qué pequeño todo! y a la vez ¡Qué grande! ¡Qué maravilla de naturaleza y qué suerte poder disfrutar de ella! Crónica: Maribel Bravo Berrocal. Fotos: Juan Duarte Berrocal


A medida que pasan los años, todas las cosas que sabes que un día no podrás hacer, adquieren un valor añadido antes de que inevitablemente pasen a formar parte del recuerdo.

Ni caminos tortuosos, ni tregua en la batalla contra el desaliento, ni cima que se nos resista si tenemos como alas el viento.

A ti que vives agazapada entre las sombras de la nostalgia, devorando tus sueños y quemando tus recuerdos en el altar de tu orgullo herido. Abandona la mansión del desencanto y bebe del vino del olvido en Alcaparaín.

A los cazadores de sueños, a los que aún no han perdido la ilusión por ilusionarse, a los eternos perseguidores de causas perdidas, a los que desafiando el paso del tiempo todavía, mantienen viva la llama, a todos los que cada alborear de primavera naufragan en Alcaparain.

Alcaparain, canto de sirena que nos seduce cada año y en su cumbre nos invita a sentirnos reyes sin coronas. Oda a la belleza natural que nos atrapa y ahoga de libertad.



A todos aquellos que aún no se balancean en la poltrona de la comodidad y la indiferencia y que se resisten a ser devorados por las fauces del consumismo y la rutina. a los eternos rebeldes, A los insaciables ilusos. A todos vosotros y a nuestro infinito Alcaparain.
Un largo camino no es el principio ni el fin. La cumbre enaltece, no hay vértigo ni miedo, solo la emoción de fundirse con el paisaje. A ellas y su eterno femenino, por ser el faro que ilumina a la luz.. Textos: Juan Duarte.

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