viernes, 21 de julio de 2017

CRÓNICA DE LA RUTA NOCTURNA A LA FUENTE DEL COLEGIAL.

 A la convocatoria que hizo Harca el pasado sábado 15 de julio asistieron 36 personas, lo que da idea de la buena acogida que normalmente tienen las actividades de Harca, a las que se suelen unir personas que no pertenecen a la Asociación, atraídas por el buen ambiente del que se hace gala.


 Salimos con nuestros coches desde la Esquina de los Herreros con el sol a punto de sepultarse bajo el horizonte. El punto de destino era la alberca del Capellán, situada junto a la carretera de El Burgo, lugar desde donde partía la ruta senderista. Con las penumbras de la noche cada vez más profundas iniciamos la marcha, por el carril de la sierra, que en sus primeros tramos eran ascendentes. La temperatura a esa hora seguía siendo cálida, y eso se notaba en los rostros sudorosos de los caminantes. El carril tenía dos desvíos a la izquierda. El primero conducía a los apartamentos rurales Arcos del Capellán, y el segundo que era el nuestro nos llevaba bordeando la sierra de Alcaparaín a la fuente del Colegial, que hace tres años encauzaron sus aguas y construyeron un bonito pilar de piedra que sirve como abrevadero para el ganado y los animales silvestres.

 Una vez allí nos reagrupamos todos y estuvimos refrescándonos en sus aguas, aunque el caudal que mana este año es escaso debido a lo poco que llueve en los últimos tiempos.Como a algunas personas se les hizo corto el sendero, se dio la opción de que los que quisieran continuaran andando algo más, porque esta era una ruta a la carta. A la vuelta y ya otra vez todos juntos apagamos las linternas y nos impusimos el silencio para escuchar los sonidos de la noche que eran los del murmullo del agua al caer y de un ave que emitía su canto con una armónica cadencia, por lo demás: nada, y a la vez todo, ya que en medio de aquel paraje rodeado de pinos, oliendo a salvia, romero, mentrasto y otras plantas aromáticas y el techo del cielo cubierto en su totalidad por las estrellas del estío, no nos quedó más remedio que pensar que en este aspecto somos unos privilegiados de vivir en un lugar en donde fundirse con la naturaleza es tan fácil. Llenos de satisfacción por la experiencia vivida retomamos el camino de vuelta a casa, con la sensación de que una vez más en Harca se hacen majestuosas las cosas más sencillas de la vida, y eso es motivo para congratularnos todos.


Crónica y fotos: Juan Duarte Berrocal.

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