miércoles, 12 de mayo de 2021

                           RUTA POR LA ANTIGUA ERMITA DE CARRATRACA


  


El pasado domingo 9 de mayo de 2021, hicimos una maravillosa ruta por la antigua Ermita de Carratraca, nuestro pueblo vecino. El “rendez-vous”, tal y como marcaba nuestro itinerario,  fue en la mítica Esquina de los Herreros, a las 9:00 de la mañana. Lorenzo, que ya asomaba por el cielo, nos auguraba el comienzo de un día espléndido y soleado, a pesar de las previsiones de lluvia y del espectacular aparato eléctrico al que asistíamos todos los ardaleños la noche anterior. Juan, como es habitual, nos hizo un breve adelanto de lo que sería la ruta y, tras ello, las 11 personas que conformábamos el grupo, pusimos rumbo a la aventura en nuestros coches.




 Subimos todo el Camino de la Alamedilla, vislumbramos el Arroyo de la Zahúrda y finalmente aparcamos para comenzar nuestro recorrido a pie, no todo iba a ser rodado.  


 



 El sendero se hizo de lo más ameno y relajante, el cantar de los pajárillos, el aleteo de incontables mariposas y el deslumbrante color de las flores, como amapolas, margaritas o campanillas, nos acompañaron durante todo el recorrido.



 Tras aproximadamente 2 kilómetros de marcha, nos adentramos en Calle Glorieta, la cual nos llevaría al casco urbano de Carratraca. A mitad de la calle, nos topamos con la Plaza de Toros 





y más adelante, nos esperaba un cómodo banquito para descansar, pues ya sumábamos casi la mitad del recorrido en kilómetros y había que reponer fuerzas. Desde allí, se divisaba la impetuosa residencia de Doña Trinidad Grund, que tal y como nos contaron algunos miembros de Harca, dedicó su vida a las obras de caridad después de haber perdido trágicamente a sus dos hijas en un naufragio.



 Una vez tomada la tradicional foto de grupo, ascendimos por un camino bastante empinado, a mitad del cual nos topamos con la famosa planta “rompepiedras”, muy buena para todo aquel que adolezca de piedras en el riñón y dato curioso que nos enseñaron nuestros maestros de botánica, Paqui y Juan.



 Unos minutos después de esta curiosa anécdota, alcanzábamos el tesoro que tanto buscábamos, las ruinas de la ermita de Nuestra Señora de la Salud. Según cuenta la historia, Doña Trinidad Grund ordenó edificar dicha ermita allá por el siglo XIX, con la mala suerte de que un rayo destruyó gran parte de su estructura, quedando la misma sin techo y con los muros a medio levantar. Aquel suceso fue interpretado como una señal divina para que dicha ermita no fuera construida allí y, desde entonces, la misma nunca se ha restaurado. Este fue además el lugar elegido para tomarnos un refrigerio, y como no, para tomarnos algunas instantáneas, aprovechando que estrenábamos fotógrafo oficial del grupo.










 Reanudada nuestra marcha, pusimos rumbo de vuelta a través de un frondoso pinar y nos topamos, a medio trayecto, con Sierra Blanquilla, lo más parecido a una playa en el monte, ya que el suelo estaba recubierto de arena blanca. Con 8 kilómetros y 800 metros de recorrido a nuestras espaldas, los pies fatigados y las mejillas sonrosadas por el sol, concluimos otra espléndida ruta para guardar en el baúl de los recuerdos.



Fotos: "el Innombrable" y Juan Duarte Berrocal

Crónica: Angela Becerra Florido




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