jueves, 9 de octubre de 2025

                       VIAJE CULTURAL PUENTE GENIL- CUEVAS DE SAN MARCOS

Visita a Fuente Álamo

El pasado domingo 5 de octubre un grupo de socios de Harca visitamos el conjunto

arqueológico Fuente Álamo, uno de los más importantes de Andalucía, situado en el término

municipal de Puente Genil.



En medio de un mar de olivos se encuentra un recinto vallado con zonas ajardinadas, una

construcción reciente y pasarelas elevadas sobre los restos arqueológicos, protegidos estos

últimos por un techado.

Desde las pasarelas pudimos asomarnos a la época romana. Álvaro, nuestro guía, nos fue

mostrando diferentes mosaicos, todos impresionantes, empezando por uno con cenefas y

otros elementos geométricos, con un laberinto en el centro, que formaba parte de un

balneario público, del que apreciamos una piscina circular con un asiento de la misma forma

para poder sentarse dentro de ella.    




                                                                                         

                                                                                                                                                    A continuación fuimos descubriendo el significado de

otros mosaicos pertenecientes a la sala de recepción del dueño de la villa romana ubicada

encima de parte del balneario en el siglo III, un patricio que, atraído por el agua, la fertilidad

de las tierras circundantes y el emplazamiento, equidistante de Ipagnum (Aguilar de la

Frontera) y Ostippo (Estepa), mandó construirla y se instaló junto a su familia en ella. La

villa está edificada sobre un arroyo. Los mosaicos, elaborados con pequeñas y coloridas

teselas, muestran el estatus social del dueño. Álvaro nos explicó el mural mitológico del

triunfo de Baco, al que acompañaba su visionario ayudante, representado sobre un burro y

sujeto por dos sirvientes. También apreciamos a Pegaso, el caballo alado y a las Tres

Gracias. 




                                                                                                                                                En nuestro paseo pudimos imaginar las habitaciones privadas, todas con una sala

previa, y con un curioso acceso que se alterna a izquierda y derecha para preservar la

intimidad de sus ocupantes; vimos una habitación para invierno y otra al lado, más

profunda, sin ventanas al exterior para protegerse de la canícula veraniega. La zona de

cocinas y detrás los almacenes y fábrica (almazara). La villa consta de dos patios y un

ancho corredor que da acceso a la vivienda, por un lado la parte privada y por otro la del

negocio, un despacho con huecos en las paredes a modo de estantes para almacenar

documentos, con su respectiva sala de espera previa. En otro ala vimos las letrinas,

preparadas para que varias personas pudieran evacuar a la vez, cómodamente sentados,

debatiendo sobre algún tema. Más adelante el hypocaustum, el suelo radiante de la época,

una habitación donde quemaban leña, situada a un nivel más bajo que otra, cuyo suelo se

caldeaba. Nos mostraron al final el mosaico-joya del conjunto, un mural nilótico en el suelo

de una habitación cuadrada rodeada de cuatro semicírculos. En el recuadro se representa

el dios Nilo con un cocodrilo y un hipopótamo, y en los dos semicírculos que se han

salvado, unas viñetas cómicas que muestran la lucha de unos pigmeos con grandes

atributos y varias grullas.




Para finalizar, a medida que atravesamos la zona ajardinada hacia la salida, vimos tres tipos

de tumbas: romanas, cristianas e islámicas, con diferentes características.



En la zona de recepción, antes de salir, algunos pudieron adquirir algún objeto, como

recuerdo de esta inolvidable visita a la impresionante Villa romana Fuente Álamo.

El guía nos dijo que se proyecta ampliar las excavaciones porque se ha detectado con el

georradar que hay más restos en una zona anexa al recinto. Será interesante ver qué se descubre en ella.....


Crónica: Inma Gavilán Pascual


Un día de octubre, especialmente caluroso, llegamos al pueblo de la carne membrillo y otras delicias como los ochíos y sopaipas, Puente Genil.

Nada más entrar nos recibe el puente que une lo que antiguamente fueron dos localidades en distintas provincias, Miragenil, en Sevilla, y Portón de Don Gonzalo, en Córdoba. Ambos pueblos se unieron, quedando simbolizado en una escultura de dos manos que
encontramos al cruzar el puente sobre el turbio y caudaloso, para esta época del año, río Genil.




 


Al otro lado nos recibe nuestro guía Pedro, frente al Gran Café Recreo de la Marina, recién
restaurado, con un blanco inmaculado. Hacemos un pequeño descanso en un parque antes
de iniciar la visita, dónde nuestro guía nos cuenta algunas curiosidades de la localidad.
Una vez repuestas las fuerzas continuamos nuestra marcha por la calle Don Gonzalo para
detenernos en la Iglesia de la Purificación, donde pudimos contemplar un bello retablo
barroco de la Virgen de las Angustias.




Continuamos por dicha calle para encontrarnos en el número 39 la Mayordomía, una
hermosa casa señorial perteneciente a los duques de Medinaceli.
Seguimos caminando para llegar a nuestro destino, el museo, situado en el interior de lo
que fue un convento de frailes mínimos en su origen. Este edificio ha tenido múltiples usos
en su historia, alojando con posterioridad a la orden Franciscana, y después como
propiedad de los condes Casa Padilla, único título nobiliario originario de Puente Genil que
otorgó Isabel II.



Desde el tranquilo claustro que nos recibe, nos introducimos en el museo arqueológico,
donde se exponen una gran cantidad de piezas de distintas épocas.




En su planta superior nos adentramos en su muy peculiar Semana Santa, conocida como
“Mananta”. Este vocablo tiene su origen en la mala pronunciación del "Nene”, un fervoroso
vecino y muy querido, cuyo retrato se expone en una de las salas.



Otra peculiaridad de la Mananta son los mananteros, que salen por las calles con unas
máscaras (rostrillos) representando a personajes bíblicos. En el museo se exponen en una
hilera de maniquíes y en numerosas fotos. Por último conocemos a la Vieja Cuaresmera,
representada por una anciana con siete patas, que indican las siete semanas que dura la
cuaresma, por lo que cada semana se le quitará una pata hasta llegar a Semana Santa.
Finalizada la visita nos dispersamos para buscar sitio para comer y reponer fuerzas antes
de continuar a nuestra próxima parada en el museo del juguete en Cuevas de San Marcos.

Crónica : Rosa Villalba y José Juan Bravo.

Continuará......................





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